El exceso de proteína animal en la mediana edad aumenta el riesgo de muerte prematura

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Los dos trabajos de investigación se publican este mes en la prestigiosa revista Cell Metabolism. El primero ha sido llevado a cabo por científicos de la Universidad de Southern California especialistas en el estudio de la biología celular relacionada con la longevidad.

Se trata de un trabajo de tipo epidemiológico en el que han analizado datos procedentes de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de los EE.UU. (National Health and Nutrition Examination Survey – Nhanes III) que engloba a más de 6.800 personas de ambos sexos. Ellos consideran un exceso de proteínas en la dieta cuando éste supera el 20% del total de las calorías consumidas.

De sus análisis han podido llegar a las siguientes conclusiones: Los participantes de 50 años o mayores que consumían una dieta rica en proteínas tenían cuatro veces más probabilidades de morir de cáncer o diabetes, y dos veces más probabilidades de morir por cualquier causa en los siguientes 18 años (antes de los 70 años). Aquellos que consumían cantidades moderadas de proteína tuvieron un riesgo tres veces mayor de morir de cáncer. Sin embargo, no se encontraron estos efectos negativos en los participantes que comían exceso de proteínas pero éstas eran de origen vegetal.

 Curiosamente, en las personas de mayores de 65 años, el efecto fue casi el opuesto: el alto consumo de proteínas fue vinculado a un 60 por ciento menos de riesgo de morir de cáncer y un 28 por ciento menos riesgo de morir por cualquier causa, con efectos similares para la ingesta moderada de proteínas, sobre todo si éstas eran de origen vegetal pero no exclusivamente. La razón biológica subyacente podría tener que ver con daños en la cadena de aminoácidos de la hormona del crecimiento (IGF-1) según la evidencia aportada por otros estudios que lo relacionan con obesidad, riesgo cardiovascular y cáncer (2). En el caso de las personas mayores, los mecanismos de reparación del ADN durante la replicación comienzan a fallar como consecuencia natural del envejecimiento. Esto hace que la estructura de esta hormona se vea modificada repercutiendo en su actividad.

 Esta sería una de las razones por las que suelen perder masa corporal, por ello, una dieta moderadamente alta en proteínas podría beneficiar su estado de salud. El segundo estudio se ha realizado un grupo de investigación de la Universidad de Sydney (Australia), especializado en el estudio de la interrelación entre el comportamiento, el entorno y la fisiología (3). Este estudio ha sido realizado con ratones de laboratorio y han concluido, experimentalmente, que dietas bajas en proteína pero ricas en hidratos de carbono aumentan la esperanza de vida de dichos ratones.

 En concreto ellos han probado 25 dietas diferentes en cientos de ratones con el fin de comprobar cómo las diferentes cantidades de macronutrientes y, especialmente, el tipos de proteínas, grasas e hidratos de carbono afectaba a la salud metabólica, el envejecimiento y la esperanza de vida de los animales. Tras el experimento ellos conluyeron que : Los ratones con dietas altas en proteínas y bajas en carbohidratos tenían niveles más bajos de grasa corporal y consumían menos calorías totales pero, paradójicamente, tenían una salud cardiometabólica peor y morían antes.



 Los ratones con bajo consumo de proteínas pero alto en grasa tuvieron los peores estados de salud y la esperanza de vida más corta. Los ratones que vivieron más tiempo y en mejores condiciones fueron aquellos con dietas altas en carbohidratos y bajas en proteínas incluso a pesar de que aumentaron el consumo calórico y el nivel de grasa corporal. Estos resultados son llamativos porque la dieta baja en calorías no aumentó la vida útil al contrario de la evidencia de estudios anteriores en ratones u otros animales. En general, los autores de ambos trabajos no niegan que una dieta rica en proteína puede hacer perder peso y grasa corporal en un corto periodo de tiempo pero, destacan, a largo plazo puede repercutir muy negativamente en la salud reduciendo la esperanza de vida.

 Otro trabajo previo de este mismo equipo, realizado con ratones que padecían una patología equivalente al Alzehimer humano, mostró que con una dieta baja en proteínas animales, mejoraban la memoria y retrasaban la progresión de la enfermedad y en este caso, también lo relacionaron con la hormona del crecimiento. En resumen, ambos trabajos reseñan la importancia, no tanto de reducir el número de calorías para tener una vida sana, sino de mantener un equilibrio en el origen de esas calorías evitando que se exceda en el consumo de proteínas y grasas saturadas de origen animal.

 Según los autores, por tanto, la dieta ideal para una vida larga y saludable es aquella con cantidades moderadas de proteína de alta calidad, baja en grasas y alta en carbohidratos complejos. A modo de conclusión, el director del estudio epidemiológico, el Profesor Valter Longo, dice en la nota de prensa de la propia revista: “Hemos estudiado organismos simples, ratones y seres humanos, y ellos nos ha proporcionado pruebas convincentes de que una dieta alta en proteínas, en particular si las proteínas se so de origen animal, es casi tan malo para la salud como fumar”.

fuente y credito a aimdigital.com.ar

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